Se sabe que no sólo las mujeres, sino también los hombres fingen orgasmos. Una encuesta publicada en el Journal of Sex Research en 2010 reveló que el 25% de los participantes masculinos había admitido haber fingido un orgasmo en algún momento de su vida.
Los hombres son menos propensos a fingir orgasmos y no lo hacen de manera sistemática. Sin embargo, las mujeres a menudo sienten la presión de las expectativas sociales para experimentar el orgasmo y, como resultado, pueden imitarlo. La presión para adaptarse a estas expectativas puede hacer que una mujer se sienta inadecuada si no tiene un orgasmo.
Pero cuando finalmente reconoces que ya no puedes fingir, surge un nuevo dilema: ¿cómo te acercas a tu pareja? ¿Cómo le expresas que esa posición sexual en particular no te resulta placentera y que nunca has experimentado un orgasmo en ella?
Una investigación realizada por científicos canadienses revela que existe un 70 % de posibilidades de que tu relación mejore. Además, si realmente estás lista para dejar de fingir y asumir la responsabilidad de tus acciones, eso no significa que tengas que descargar todo sobre tu pareja de una vez. En lugar de decir: "Te he estado mintiendo durante 20 años, ahora es tu problema", puedes abordar la situación de otra manera.
Comienza la conversación con tu pareja usando la frase: "Siento que...". Si hablar directamente te resulta difícil, considera escribir tus pensamientos. Incluso puedes usar palabras separadas para expresarte. Pídele a tu pareja que comparta sus emociones y prepárate para recibir comentarios verbales fragmentados.
Si ya sabes qué desencadena tu orgasmo, ¡es hora de incorporarlo a tu rutina sexual! Prueba a usar una mano para estimular el clítoris o a experimentar con distintas posiciones.
Si no experimentas orgasmos ni siquiera jugando en solitario, es hora de involucrar a tu pareja en la búsqueda. No temas sugerir cambios, después de todo, puede que haya algo que no esté funcionando para ti.
Un último punto. La imparcialidad es esencial para nosotros, pero hay una delgada línea entre ser sincero y simplemente sobrecargar a tu pareja con información, esperando que eso marque una diferencia. La conclusión clave aquí es que tus sensaciones físicas son tan importantes como el objetivo final del clímax. Concentrarte únicamente en alcanzar este "final" definitivo te priva del verdadero disfrute del sexo.